29 dic 2011

La historia de la escena de Artemis

Hace ya unos cinco años que hice esta composición sobre Artemisa, la diosa cazadora. Le tengo un cariño especial, porque es una de las primeras escenas que realicé y además con una figura de una escala tan pequeña para mi, de 28 mm. Pertenece al catálogo de El Viejo Dragón y la esculturita -de J. Ramón Arredondo- es de una delicadeza que cautiva.

La belleza en su desnudez y la postura de la figura me animaron a querer representar a Artemis o Artemisa, diosa helena de la naturaleza identificada a través de sus animales salvajes así como de la caza, los nacimientos, las mujeres jóvenes y la virginidad. A esta deidad se la solía armar con un arco y flechas o con una lanza y es frecuente verla ambientada en plena naturaleza y acompañada de un ciervo.

En el escudo de esta guerrera con aspecto de hoplita, reproduje una ilustración de un medallón de una copa ática datada aproximadamente del 470 a.c. y atribuída al pintor Briseis y que se encuentra en el Museo del Louvre, en París.

En la imagen original están representados Artemis, a la derecha, junto a su hermano Apolo.


Para pintar esta imagen y ajustarla a la superficie del escudo, me serví de una plantilla. Recorté los perfiles de las figuras principales y luego ya hice con mucho cuidado el pintado de los detalles con el pincel a mano alzada.


En la escena se puede encontrar lo que a mí me gustaría que recordara a una serpiente -a una pitón, en concreto-, que diera la sensación de atisbar a la diosa y que huyera del lugar o buscara un refugio más seguro que la base de la columna donde parecía estar ocultándose. Se trata de una especie de guiño al mito del nacimiento de los dioses gemelos Artemis y Apolo. En realidad, estos dos hermanos fueron fruto de un "desliz" de Zeus con Leto, hija de dos titanes. La compañera de Zeus y legítima esposa de éste, Hera, envía al monstruo ctónico Pitón para que devore a Leto antes de dar a luz. Pero llega tarde y Apolo, que ya es un joven hecho y derecho al cuarto día de nacer, mata a este dragón. Con la piel de la bestia, el joven dios cubrirá más tarde el trípode donde se sentaba la sacerdotisa de Delfos, a la que desde entonces se daría el nombre de Pitonisa...

Ahí está el montaje de diferentes vistas de la serpiente, que pinté como a la pitón que conocemos hoy día.



La historia es bonita, ¿no? Creo que lo que se aprende al documentarse para realizar el pintado o modelado y esculpido de figuras es una de las mejores cosas de esta afición.

En la escena, opté por poner una lanza en lugar de un arco. La figura ya llevaba una espada y aproveché las posibilidades que la longitud del arma arrojadiza me ofrecía para disminuir la sensación de inclinación hacia el exterior de la columna al "conectarla" con el suelo que pisa la deidad.


Para que tuviera aspecto de paraje perdido, puse una enredadera alrededor de la columna rota y algunas hierbas repartidas por la base. En la siguiente foto podréis descubrir también a la serpiente "huyendo" de Artemis.


Pinté el nombre de la diosa en griego en la base de las ruinas.


Finalmente, una perspectiva de la escena en la que se aprecia el escudo, al que di luces y sombras para exagerar el aspecto abovedado.



La peana, en realidad, es una caja de madera que compré en un bazar y en la que puede esconderse una sorpresa, un regalo, el anillo único...Como tenía esculpidos animales persiguiéndose, me pareció muy oportuna para emplearla como base para esta escena dedicada a Artemis.




Reconozco que con esta composición me compliqué la vida como nunca antes lo había hecho, pero aprendí mucho y me lo pasé de miedo. El camino es duro, pero vale la pena recorrerlo.

¡Hasta pronto!

KPG